Los desacuerdos son parte de nuestra vida diaria. Cuando se dan posiciones contrarias respecto al mismo asunto, intuimos que una de las posiciones tiene que ser verdadera y la otra falsa. Imagien que Aquileo y Aurelio creen que la misma película se estrenará en horarios diferentes. Es decir, ambos tienen un desacuerdo respecto al horario en que se estrenará la misma película. Ahora, Aquileo es bastante olvidadizo. Podríamos decir que es más probable que Aquileo esté equivocado por esta razón. Así, podemos descartar la opinión de Aquileo y creer en lo que Aurelio nos dice.
Hasta aquí todo es muy sencillo, pues tenemos buenas razones para descartar una de las opiniones.
Sin embargo, hay casos en donde es más difícil decidir quién tiene razón. Imaginen que Alba y Leda van a dividir una cuenta en un restaurante. Luego de hacer los cálculos, ambas tienen resultados diferentes sobre el monto que debería dividirse entre las dos. Ambas son igual de inteligentes, tienen acceso a la misma cuenta y están en buenas condiciones cognitivas (no están en un estado alterado de consciencia). Aquí es más difícil decidir quién tiene la razón, pues no tenemos razones para desestimar la opinión de Alba o la de Leda.
Como podemos ver es más difícil descartar una de las opiniones.
Este tipo de desacuerdo es conocido como desacuerdo entre pares, pues las partes en desacuerdo están en las mismas condiciones. Ello produce un equilibrio que solo puede ser superado con información externa al desacuerdo. Por ejemplo, si descubrimos que Leda ha estado bebiendo mucha cerveza, o que su capacidad para realizar operaciones aritméticas es pésima, podemos desestimar su opinión. Sin embargo, este no es el caso.
Este tipo de desacuerdo es común entre filósofos. Normalmente, filósofos con la misma inteligencia, con acceso a evidencia de la misma calidad y en buenas condiciones cognitivas están en desacuerdo. Un caso paradigmático es el desacuerdo entre los que creen que la libertad es compatible con las leyes deterministas del universo, y los que creen que la libertad es incompatible con las leyes deterministas del universo. Este tipo de desacuerdo es un tipo de desacuerdo entre pares, es decir, un tipo de desacuerdo donde es difícil decidir quién tiene la razón.
¿Qué implicaciones tiene para la filosofía la existencia de este tipo de desacuerdo entre filósofos?
Algunos filósofos creen que en estos casos debemos conciliar las creencias opuestas o, al menos, disminuir nuestra confianza en ellas. Es decir, deberíamos disminuir nuestra confianza en las creencias contrapuestas, o suspender el juicio respecto a las creencias contrapuestas. Otros filósofos creen que en estos casos podemos continuar creyendo en una de las partes sin conciliar entre ambas o disminuir nuestra confianza en las creencias que cada una de ellas sostiene. Ello siempre y cuando tengamos buenas razones para creer en una u otra parte. El problema con esta posición es que simplemente afirma que es legítimo mantener nuestra posición cuando creemos que tenemos buenas razones, pero no nos dice qué debemos hacer cuando hay un equilibrio entre las dos partes.
Ahora, si los desacuerdos de este tipo son comunes entre filósofos, entonces, deberíamos disminuir nuestra confianza en las creencias filosóficas o suspender el juicio sobre ellas. Como consecuencia, debemos disminuir nuestra confianza sobre muchísimas creencias filosóficas. Ello implica un escepticismo general respecto a la filosofía.